Hoy quiero hablar de un tema muy sensible y especial. Sé que muchos se sentirán identificados, otros no tanto; pero en el fondo, la invitación a la reflexión profunda es lo importante.
Específicamente quiero hablar de nuestros amigos de cuatro patas, gaticos y perritos, quienes son muy diferentes, pero nos enseñan tantas cosas valiosas que deberíamos esforzarnos por entender y aplicar en nuestras vidas.
Pasamos la vida entera temiendo a la muerte, y el verdadero miedo debería ser el no dar un buen uso al tiempo que tenemos. Mi mensaje principal: el valor del tiempo. El mejor ejemplo de esto son los perros y gatos. El promedio de vida de los perros es 12 años y de los gatos 15 años. Si nos fijamos bien, eso es muy poco tiempo, comparado con el promedio de vida del ser humano, y en esa corta edad que ellos viven, nos enseñan que lo importante no es la cantidad de tiempo, si no la calidad de este, lo que hacemos con ese tiempo. A continuación, las lecciones más importantes que nos enseñan estos pequeños amigos:
La importancia de lo simple
Los perros y gatos encuentran la felicidad en las cosas más simples. Un perro es feliz con una caminata o un juego, un gato es feliz con una caricia o con tomar el sol, y para nosotros esas cosas no tienen tanta importancia. Nos enseñan que el presente es lo único que realmente poseemos y que encontrar alegría en las pequeñas cosas es un regalo que a menudo pasamos por alto.
Con facilidad nos dejamos llevar por el día a día, las preocupaciones, las ocupaciones, el estrés, la ansiedad y todo lo que la vida nos va poniendo en el camino. Olvidamos fácilmente apreciar y disfrutas los momentos con las personas que amamos.
Paciencia y ritmo
Los gatos pueden pasar horas observando el mundo desde una ventana o esperando el momento perfecto para cazar un juguete. Los perros, con su lealtad infinita, nos esperan pacientemente para salir a dar un paseo. Nos muestran que no siempre es necesario correr, que hay belleza en la espera y en los ritmos pausados de la vida.
La compañía: un regalo invaluable
Para un perro o un gato, el mayor tesoro no es un juguete costoso ni la comida más sofisticada, sino nuestra presencia. No miden el amor en regalos, sino en el tiempo que compartimos con ellos.
Un perro nos espera con emoción cada vez que cruzamos la puerta, sin importar si nos fuimos cinco minutos o cinco horas. Para él, nuestra llegada es la mejor parte del día. Un gato, aunque a veces parezca más independiente, nos busca en silencio, se acurruca cerca o nos observa con ojos llenos de calma, disfrutando simplemente de estar a nuestro lado.
Ellos nos enseñan que la compañía no necesita palabras, que la verdadera conexión se encuentra en los pequeños momentos: en una tarde de descanso juntos, en un paseo sin prisa, en un ronroneo que rompe el silencio. Nos recuerdan que el amor se expresa con la simple decisión de estar presentes.
Quizás, si aprendiéramos a valorar la compañía como ellos lo hacen, dejaríamos de medir el tiempo en relojes y lo empezaríamos a contar en momentos compartidos. Porque, al final, lo que más recordamos no es cuánto duró algo, sino cómo nos hizo sentir.
Huellas en el tiempo.
El tiempo que compartimos con nuestras mascotas nunca es suficiente. Desde el primer día en que llegan a nuestra vida, comienzan a llenar nuestro mundo de momentos inolvidables: la emoción del primer juego, la calidez de su compañía en los días difíciles, las travesuras que nos sacaron una sonrisa. Son fragmentos de vida que quedan grabados en el alma.
Ellos nos enseñan a vivir el presente sin reservas, pero también nos dejan una de las lecciones más difíciles: el dolor de su partida. Un día, su espacio en casa se vuelve un recuerdo, su cama permanece intacta y el eco de sus pasos desaparece. Sin embargo, su amor nunca se va del todo. Permanece en cada rincón, en cada fotografía, en los hábitos que nos dejaron y, sobre todo, en el corazón.
Nos recuerdan que el tiempo es efímero, pero el amor que nos dieron y los recuerdos que construimos con ellos son eternos. Porque, aunque su partida nos duela, su amor nos acompañará siempre, como una huella imborrable en nuestra historia.
Hoy te invito a que, aunque a veces pueda ser difícil, tratemos de ver la vida como la miran nuestras mascotas, expresando amor, disfrutando momentos, dando importancia a la calidad más que a la cantidad, dando valor a la sencillez y disfrutar el presente sin llenarnos de futuro, porque, a fin de cuentas, el mejor regalo es el presente y lo que hacemos con él.
Ximena Salazar H.
Ellos nos enseñan que la compañía no necesita palabras, que la verdadera conexión se encuentra en los pequeños momentos: en una tarde de descanso juntos, en un paseo sin prisa, en un ronroneo que rompe el silencio. Nos recuerdan que el amor se expresa con la simple decisión de estar presentes.
Ximena Salazar H.
